El Sabor también es Paisaje
- chacalaweb
- 17 may
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Actualizado: 19 may
Comer en Chacala es experimentar una conexión profunda entre el sabor y el lugar. Todo aquí tiene sentido, como si el paisaje marinara los ingredientes.
Chacala no es un destino cualquiera. Es un pueblo donde la comida, la gente y el paisaje forman un todo inseparable. Aquí, los sabores cuentan historias: de abuelas cocinando al amanecer, de pescadores regresando con la primera luz, y de familias que mantienen vivas las recetas con amor y orgullo.
En cada esquina encuentras algo para saborear: desde un anafre humeante que sirve elotes cocidos con sal y limón, hasta una pequeña cafetería artesanal que ofrece café de la sierra y pan recién horneado.
Y todo esto, enmarcado por una selva vibrante, playas vírgenes y un ritmo de vida sereno que te invita a detenerte, respirar… y comer despacio. Porque aquí, la comida es también paisaje. Y comer es conectarte con la tierra que te rodea. Las cocinas están abiertas, los techos son de palma, las mesas de madera, y el tiempo… parece que no existe. Los pescadores regresan con su carga por la mañana, y por la tarde esos mismos peces se sirven en platillos humildes pero sabrosos.
Una experiencia recomendada es la de visitar un restaurante ecológico o un proyecto de permacultura donde además de comer, puedes ver cómo cultivan sus propios ingredientes: hierbas aromáticas, lechugas, jitomates, yuca, plátano macho. Algunos incluso ofrecen talleres de cocina o degustaciones para aprender cómo se preparan sus recetas tradicionales.
Aquí el sabor no viene solo del plato, sino del aire, de la comunidad, del entorno. En Chacala, el mar, la tierra y el fuego se conjugan en cada comida.






















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