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Un festín frente al mar

Actualizado: 19 may

“Cenar con los pies en la arena: delicias al atardecer en Chacala”


Imagínate esto: estás sentado en una palapa de palma, con los pies tocando la arena cálida, el sol cayendo sobre el horizonte del Pacífico, y el aroma de ajo dorado flotando en el aire. Bienvenido al corazón gastronómico de Chacala.





Sus variados restaurantes ofrecen menús diseñados para capturar el sabor de la costa. Desde la langosta al mojo de ajo, jugosa y bien sazonada, hasta el pulpo a las brasas, con su textura tierna y el sabor intenso del mar, cada platillo es una obra de arte culinaria. Las tortillas recién hechas, servidas calientes en canastas de palma, acompañan cada comida como un recordatorio de las raíces mexicanas profundas de este rincón del país. Las cervezas bien frías, los cócteles con mango o maracuyá, y las vistas infinitas del océano completan el cuadro perfecto.


Comer en Chacala no es solo satisfacer el apetito. Es vivir el momento. Es entender que a veces, lo más sabroso no está en la sofisticación, sino en la sencillez bien hecha. Imagina un atardecer de fuego, una cerveza bien fría y un platillo humeante de mariscos sobre la mesa. Así se cena en Chacala. Hay algo mágico en disfrutar de una comida mientras las olas acarician la orilla a pocos metros de tu mesa. Restaurantes como Chac Mool, Las Brisas o Delphin (por mencionar algunos) combinan el sabor local con un ambiente relajado e íntimo.


El menú varía según la pesca del día, pero no faltan los clásicos: pulpo a las brasas con ajo confitado, langosta al mojo de ajo, camarones embarazados (asados en varita), y arroz a la tumbada con mariscos. Cada plato tiene el sabor inconfundible del trabajo artesanal y del cariño que le ponen los cocineros y cocineras del pueblo.


Y para cerrar, nada como un postre casero: pay de plátano, flan de coco o nieve artesanal de mango. Un festín en Chacala no solo llena el estómago, sino también el alma.



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